El Ajax se va a enfrentar al Real Madrid en los octavos de final de la Liga de Campeones tras clasificarse como invicto en la fase grupos. El conjunto de Amsterdam solo ha conseguido ese logro en dos ocasiones anteriores, en ambas llegó a la final, y en una la ganó. Si bien es cierto que es algo improbable que repitan dicha gesta no está de más recordar aquel equipo campeón.
En la temporada 94/95 el cuadro dirigido por Louis van Gaal quedó encuadrado en el mismo grupo que Milan, AEK Atenas y Austria Salzburgo (el equipo actualmente patrocinado por una bebida energética). Consiguió vencer con claridad por 2-0, tanto en casa como en San Siro al Milan, vigente de campeón de la competición y a los que más tarde verían en la final. Venció también en sendos enfrentamientos al cuadro heleno pero no pudo pasar del empate frente a los austriacos. En los cuartos de final tocó el Hadjuk Split, tras empatar sin goles en Croacia, los de Van Gaal se impusieron con contundencia por 3-0 en Amsterdam.
En su paso por las semifinales se encontró con el Bayern de Münich, de nuevo, como en la ida de octavos, empataron sin goles en tierras germanas pero en el partido de vuelta se volvió a vivir una nueva exhibición en un Olímpico de Amsterdam a rebosar que disfrutó enormemente el juego de su equipo. Van Gaal formaba en ese partido con Van der Sar en portería, Reiziger, Blind y Bogarde en defensa; medio campo compuesto por Rijkaard, Seedorf, Ronald de Boer y Litmanen, con Finidi, Overmars y Kanu en el ataque.
El Ajax desnudó las carencias defensivas del Bayern, lo arrinconó y asedió, al descanso se fue ganando 3-1 con goles de Litmanen de cabeza tras salvar De Boer un balón que se se iba por línea de fondo, Finidi, con un potente disparo desde la frontal que se iba abriendo; y De Boer que remachaba un córner peinado por Kanu. Al minuto del arranque del segundo tiempo, Kanu habilitó a Litmanen quien con un potente remate centrado, ajustado al larguero lograba el cuarto que sentenciaba la eliminatoria. Minutos más tarde Scholl recortaba distancias desde los once metros, y en el 88, Overmars ponía la puntilla a una gran fiesta en Amsterdam con un fuerte disparo cruzado.
El Ajax volvió a Austria para jugar la final, ésta vez a Viena, al Praterstadion donde esperaba el Milan de Fabio Capello que había eliminado al Benfica y al París Saint-Germain. Van Gaal formó con Van der Sar bajo palos; Reiziger, Blind, Frank de Boer (novedad por Bogarde) en defensa; en el medio entraba Davids para acompañar a Rijkaard, Seedorf y Ronald de Boer; Overmars, Finidi y Litmanen, como tridente ofensivo. Kanu, el sacrificado con respecto a la semifinal para reforzar el centro del campo. Fabio Capello, en busca de su segundo trofeo continental consecutivo alineó a Rossi como portero; cuatro defensas: Panucci, Baresi, Costacurta y Maldini; en la sala de maquinas, Desailly, Donadoni, Albertini y Boban, con Massaro y Simone en el ataque. Gran ausente por lesión Savicevic.
Estilos contrapuestos, experiencia contra juventud, el Milan era favorito, ocho de los jugadores titulares de aquella final lo fueron en la del año anterior en Atenas arrollando al Barcelona de Cruyff por 4-0. Tras una dura y competida primera mitad en la que el Ajax no consiguió tirar a puerta, Rijkaard recordó a sus ex-compañeros quién era con un gran partido en el que ejerció de líder. A lo largo del segundo tiempo entraron Kanu y Kluivert que aportaron mayor frescura y descaro al ataque neerlandés. Con el paso de los minutos el Ajax se fue adueñando del balón y encerrando al Milan en su campo, hasta que en el minuto 85 con una jugada marca de la casa, triangulación al primer toque, Rijkaard para Kluivert, éste se abre hueco en el área y alarga la pierna para rematar el que sería el gol que le daría al Ajax su cuarto entorchado europeo.
La siguiente campaña el Ajax defendía título y Van Gaal consiguió retener a buena parte de aquel joven grupo, que logró madurarse y consagrarse aún más a ese estilo. En un grupo formado por el Real Madrid, Ferencváros y Grasshopper. En Zurich no pudo pasar del empate sin goles, única mancha en una inmaculada fase de grupos en la que queda para el recuerdo la autoridad y el juego.con el que venció al Real Madrid de Valdano en sendos partidos en los que dejó muestras del equipo que unos meses antes campeonó en Viena. En cuartos de final venció en ambos partidos al Borussia Dortmund, equipo que ganaría la Liga de Campeones al año siguiente. Remontó en Atenas la semifinal al Panathinaikos con dos goles de Litmanen que terminaría con nueve goles como máximo artillero.
No se pudo repetir la hazaña de la temporada pasada, esta vez en el Olímpico de Roma, frente a otro equipo italiano, la Juventus de Marcelo Lippi, tras eliminar a Real Madrid y Nantes. El Ajax con solo tres novedades con respecto a la alineación de la anterior final, Silooy y Bogarde en defensa, y el extremo Musampa. La Juventus con Peruzzi como guardameta; Ferrara, Torricelli, Vierchowod, Pessotto en defensa, Conte, Deschamps, Paulo Sousa en el medio; Del Piero, Vialli y Ravanelli conformando el ataque. Cansa de leer la alineación, el derroche físico de esa Juventus pudo con un Ajax que no fue capaz de desplegar su habitual juego. Ravanelli no perdonó ante Van der Sar a los doce minutos de juego, en un despiste turinés al borde del descanso logró la igualada Litmanen, y de ahí hasta la tanda de penaltis. Peruzzi se erigió como héroe deteniendo los penaltis de Davids y Silooy para conseguir la primera Liga de Campeones para el conjunto transalpino.
Para la historia y el recuerdo quedó este Ajax cuyo entrenador y jugadores fueron saliendo por distintos puntos de Europa con mejor o peor suerte, muy difícil quedarse sólo con uno de esos jugadores que triunfaron y asombraron con su juego y descaro.