La triscaidecafobia es cómo se conoce al miedo por el número trece. Esta cifra ha sido un tabú recurrente en culturas como la egipcia, la cristiana o la nórdica, pero no parece que sea el caso para las jugadoras de Estados Unidos. Trece son los goles que anotaron en su debut frente a Tailandia en este Mundial Femenino. No se ve a las actuales campeonas con la presión por repetir el triunfo obtenido hace cuatro años en Canadá.
Empezaron fuertes las norteamericanas, abriendo el marcador Alex Morgan en el minuto 15 con un cabezazo asistido por Lindsey Horan. Tailandia sólo podía encerrarse y alejar el balón de las chicas de Jill Ellis. Rose Lavelle ponía, en el minuto 19, el 2-0 con un disparo desde fuera del área que estuvo cerca de atrapar Charoenying, la portera tailandesa. Horan anotaba el tercero en el 32 en una jugada a balón parado que ella finalizó en el área.
Si la primera parte fue un dominio absoluto de las estadounidenses, la segunda se puede calificar de masacre. Las asiáticas achacaron un bajón físico y mental en tendencia opuesta con las norteamericanas, que con la victoria segura seguían sin relajarse ni despistarse un momento. Entre el minuto 50 y el 56 E.E.U.U. pasó del 3-0 al 7-0. Esto fue gracias al doblete de Sam Mewis y los segundos goles del partido también para Morgan y Lavelle. Alex Morgan completó el hat-trick y subió el marcador a 8-0 en el 74 y se unió a la fiesta Megan Rapinoe cuatro minutos después. Los diez últimos minutos vieron el final del paseo occidental con dos goles de Morgan, que así llegó al lustro de tantos, y contribuciones de Mallory Pugh y la leyenda Carli Lloyd, ambas saliendo desde el banquillo. La mayoría de los diez goles de esta mitad tienen la misma historia: pase al área que rematan las estadounidenses sin ninguna oposición, ante una portera que le vino grande el duelo frente al mayor espectáculo en el fútbol femenino.
Este 13-0, aparte de confirmar que las norteamericanas han ido a Francia con la idea y el favoritismo de revalidar su trono mundial y ponerlas primeras en el grupo G, es la mayor goleada de la historia de los mundiales masculino y femeninos. Otro hito para la historia de un torneo que, con las asistencias a los estadios y la cobertura en todo el mundo, está escribiendo un nuevo presente en el fútbol femenino.