Por Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
El joven y espigado francés del Argos demuestra en un kilómetro final de aguante que su triunfo en un pasado Tour del Porvenir estuvo cargado de argumentos y sorprende a sus atónitos 8 compañeros de fuga
En una jornada apta para la transición de las etapas llanas a la montaña que se avecina, la decimotercera etapa con final en Castelldefels vio la culminación de una larga y numerosa escapada en meta que finalmente encumbró a una de las muchas jóvenes promesas del ciclismo galo, un país muy dado a engendrar prematuras promesas. Warren Barguil (Argos) es a sus casi 22 años un aceptable ciclista que ya triunfó en un Tour del Porvenir previo y que días antes en esta misma carrera se pegó tal trompazo que estuvo cerca del abandono, pero precisamente su escaso nombre le concedió una cierta libertad cuando ya en el último kilómetro atacó a sus últimos 8 compañeros de fuga y ninguno de estos consideró su intento relevante o no quisieron asumir su neutralización en unos metros finales que picaban claramente para arriba (¡¡¡qué gusto a este tipo de finales le cogió la Vuelta!!!), lo que se tradujo en una resistencia numantina por parte del largirucho francés y que otorgaba a su equipo la victoria que tanto merecían por todos sprints fallidos de días anteriores.
En esa escapada circulaban ciclistas de mayor renombre como los italianos Rinaldo Nocentini (AG2R), Ivan Santaromita (BMC) y Michele Scarponi (Lampre), otro galo como Jerome Coppel (Cofidis), el holandés Mollema (Belkin) y los españoles Xabier Zandio (Sky), Egoi Martínez (Euskaltel) y el incombustible Amets Txurruka (Caja Rural), que eran los rescoldos de la fuga buena del día de hasta 19 ciclistas que no se concretó hasta el kilómetro 70 de la etapa tras múltiples intentonas y que se disgregó por el paso al puerto de primera categoría del Rat Penat a 50 kilómetros de meta, donde el Katüsha ruso quiso poner un alto ritmo en los escasos pero duros 4 kilómettros de ascensión por si pillaban en un renuncio a algún favorito. Ninguno se despistó y el Astaná llevó la etapa sin sobresaltos, ni siquiera del viento, con la escapada controlada a 5 minutos y solamente el trabajo final del Cannondale italiano para defender la posición general de su líder acercó al pelotón a los fugados, pero no lo suficiente para impedir que se lo jugasen los de delante. En muchas batallas la sorpresa suele ser la clave del éxito y Barguil (Argos) supo administrarla en su dosis perfecta.
Los valientes que intenten rodar en solitario o en compañía mucho menos numerosa que el pelotón tendrán otro buen día en la decimocuarta etapa de mañana, que en sus 155 kilómetros llevara a los ciclistas de Bagá a Andorra con final en el puertaco de Collada de la Gallina, de categoria especial con uas duras rampas del 15% que ya se demostraron temibles el año pasado y que en esta edición presenta un perfil tipo Tour, con puertos duros previos como el eterno Envalira o el molesto Ordino. Las piernas llegarán cascadas al tramo final y las estrategias de quipo pueden empezar a aflorar en este primer contacto con los Pirineos, aunque la disputa de la impresionante etapa del domingo quizás pueda frenar a muchos favoritos. Nibali (Astaná) continúa como líder sólido y con un equipo al que no se le notan fisuras, mientras que Roche (SaxoTinkoff), Valverde (Movistar), Horner (RadioShack) y ‘Purito’ (Katüsha) se presentan ya como los únicos posibles a seguir dando guerra al italiano ganador del pasado Giro y que a la vez que busca hacer doblete este año, entrena a sus delfines para presentarlos a duelo en el próximo Tour de Francia.