El Sporting pierde el primer partido de la temporada en su campo (2-3) y deja una preocupante sensación de impotencia ante el recital de Valerón y los goles de Chrisantus
Por Alejandro Rozada (@alexrozada)
La primera en la frente para acabar con el factor talismán de El Molinón. Tuvo que llegar Las Palmas, un equipo lleno de personalidad y talento, para silenciar los cantos de sirena y terminar con el efecto balsámico de las estadísticas. Porque el rendimiento exhibido por el Sporting en las últimas jornadas no hacía presagiar una duración más longeva de la imbatibilidad en el vetusto coliseo gijonés. Ya no se puede ni apelar a la buena racha en casa. No resulta extraño si se recuerda el mal partido jugado ante el Jaén, un equipo que empató haciendo lo justo en un partido lamentable. Ante una Unión que puede mirar al descenso de frente, pasó lo que se temía y llegó la primera derrota casera. La afición, hastiada de tanto bandazo táctico y de la impotencia que muestran los futbolistas ante la adversidad, enmudeció ante la enésima exhibición de Valerón y los goles del irreductible Chrisantus. Apunten esta fecha: domingo 27 de octubre de 2013, el día que la Unión Deportiva Las Palmas silenció a El Molinón. Ya tiene mérito.
Otra vez Las Palmas se interpone en el camino de Sandoval. La lección no es nueva y resulta especialmente didáctica, pero da la sensación de que el míster no se la consigue aprender. Ya ocurrió algo similar la pasada primavera en el estadio de Gran Canaria, adonde llegó el Sporting apurando sus escasísimas opciones de ascenso y el equipo canario le endosó un severo correctivo (4-2) para ponerle los pies en el suelo de la Segunda División. Esta vez, el escarmiento ha llegado en la undécima jornada y ha servido para alejar al conjunto asturiano incluso del play-off. Si entonces fueron Vitolo y Thievy los que trajeron por el camino de la amargura a la defensa sportinguista, esta vez se repartieron el pastel entre Juan Carlos Valerón y Macauley Chrisantus. Uno puso los pases y el otro los goles. Mediapunta y delantero se bastaron para enloquecer a la defensa sportinguista y silenciar El Molinón, que terminó rendido por impotencia y admiración ante la exhibición de dos futbolistas que ejemplifican el acierto de la apuesta de Sergio Lobera, entrenador de la Unión. Es la diferencia entre un entrenador que sabe a lo que juega y uno que va de bandazo en bandazo hasta la tumbada final. He aquí la gran diferencia: Las Palmas tiene motivos para creer en el ascenso y el Sporting no, así de simple.
Cases, solo ante el peligro
Como Gary Cooper en la famosa película se debe de sentir el bueno de Nacho Cases en este Sporting. Cierto que Sandoval volvió a confiarle la manija, cierto que el canterano pone todo de su parte y más para tirar del carro desde su posición privilegiada en el centro del campo, pero si sus compañeros no le pueden seguir el ritmo y el peligro es latente a su espalda, lo normal es sentirse solo ante el peligro. «Qué he hecho yo para merecer esto», pensará el chaval. De nada sirve canalizar el juego si la defensa, que es la armadura de cualquier equipo de fútbol, es un completo caos, máxime por la ausencia de Lora por sanción. Esta tesitura es campo abonado para que saque provecho cualquier rival y Las Palmas no es de los que desaprovechan los regalos. No tardaron ni diez minutos en sacar tajada gracias a Chrisantus, que se aprovechó de un despeje defectuoso y de la mala colocación de Bernardo para marcar el primero de la tarde.
Lejos de recomponerse tras el gol, la zaga del Sporting seguía siendo una verbena. Masoud, Valerón y Chrisantus se hacían de oro gracias a la presión de Apoño y los errores de bulto de los defensores. Como el fútbol es una ciencia más exacta que las matemáticas en determinadas ocasiones, la buena disposición táctica de los canarios valió para materializar el segundo de la tarde, obra nuevamente del nigeriano que dejó a Bernardo y Mandi con sus miserias al aire. Uno por un lado y otro por el lado contrario, y la casa sin barrer para desesperación de Cuéllar. Lo bueno de este tanto es que ejerció de toque de corneta para espolear a los rojiblancos y, en un arrebato de vergüeza torera, acortaron distancias gracias a un cabezazo de Mandi sin quitarle ni un ápice de mérito al servicio que le puso Nacho Cases, demostrando que en el fútbol adonde no llega tu propia cabeza llega en ocasiones la de tu compañero más racional. La clarividencia de Cases revolucionó el partido de tal manera que hasta López Garai tiró de su mejor repertorio y le sirvió un pase medido a Scepovic, que no desaprovechó para empatar el partido. El reencuentro con el gol del serbio levantó a la grada y generó ilusiones al filo del descanso, aunque Masoud casi las aniquila si no se llega a cruzar Pichu en su camino.
El optimismo del empate se mantuvo durante el intermedio y los primeros instantes del segundo tiempo. Hugo Fraile pudo marcar, pero su disparo se estrelló contra el exterior de la red de la portería defendida por Barbosa. El encuentro estaba revolucionado, la pausa imprimida por Valerón era el mejor aliado de Las Palmas y las correrías de Chrisantus desconcertaban a la zaga local. Ni en los correcalles se desenvuelve con soltura este Sporting tan desfigurado, así que los razonamientos pesimistas de los agoreros ganaban terreno. «Van a meter otro», barruntaban algunos sportinguistas. Y lo metieron, cómo no. Evidentemente fue Chrisantus el encargado de darles la razón fusilando al atardecer al Pichu tras un gran centro de Masoud desde la izquierda. El oficio, talento y velocidad de los canarios les bastó para sumar los tres puntos en El Molinón, enmudecer al respetable, dejar en evidencia al Sporting y ganar opciones de ascenso. Dio igual que Sandoval sacara a Lekic y Jara, el pescado ya estaba vendido, los visitantes manejaban el cotarro y el desquiciamiento general terminó en una ostensible pitada. Sergio, Guerrero y Mendy, mientras tanto, apagados y fuera de cobertura, sin convocar. Si este equipo era de puerta grande o enfermería, de momento se está llevando más pitos que aplausos. Y eso que solo han pasado once jornadas.