
Después del triplete del año pasado, el Barcelona se lleva un doblete en 2016 que sus jugadores celebraron así en el césped del Vicente Calderón.
Ganó el fútbol. Por encima de expulsiones, patadas y triquiñuelas varias, la gran noticia que deja esta final de Copa es que se impuso lo deportivo, que no es poco entre tanta polémica política. Le buscaron las vueltas a este partido desde que el Fútbol Club Barcelona se clasificó para la final después de dejar en la lona al Valencia en semifinales (7-0 y 1-1), como antes había tumbado al Athletic en cuartos (1-2 y 3-1), al Espanyol en octavos (4-1 y 0-2) y al Villanovense en diecieseisavos (0-0 y 6-1). Que si trifulca política por allí, lío de rigor con la sede de la final por allá…
Está claro que le va la marcha del torneo del KO al flamante rey de copas, que se volvió a aferrar a su rey Midas particular para ganar su 28ª Copa del Rey, la segunda consecutiva. Así ha dado forma un lustroso doblete que sigue engordando el palmarés del Barcelona, un equipo que ha ganado 27 títulos en los últimos 10 años, una extraordinaria plusmarca que demuestra que vivimos la década prodigiosa de este club. Para muestra, dos botones: el palmarés de Andrés Iniesta (8 Ligas, 4 Copas, 6 Supercopas de España, 4 Champions, 3 Mundiales de clubes y 2 Supercopas de Europa, más 1 Mundial y 2 Eurocopas con España) y el de Luis Enrique Martínez, que ha ganado 7 de los 9 títulos a los que ha optado como entrenador azulgrana (2 Ligas, 2 Copas, 1 Champions, 1 Supercopa de Europa y 1 Mundial de clubes). A cada cual más imponente, pero es de justicia poética que el de Fuentealbilla, MVP de la final, alzase la Copa al cielo de Madrid. Sin el gran Xavi Hernández por ahí, nadie mejor que el 8 para levantar los títulos.
Otra Copa, en definitiva, de Su Majestad el Barcelona, que acabará prestando su nombre a esta competición en justo reconocimiento hacia su hegemonía. Por encima de filias y fobias políticas, el rey de esta competición es el conjunto azulgrana, que sobrevivió a la expulsión de Mascherano antes del descanso, a un lanzamiento a la madera de Banega y a 120 minutos de intensa presión sevillista. Con Messi, 28 títulos en 28 años, se puede sobrevivir a eso y a más, porque esta noche en el Vicente Calderón, el partido volvió a ser lo que quiso el argentino. En la prórroga, cuando más falta le hacía a su equipo, el D10S rosarino se volvió a vestir ese traje de asistente que tan bien le sienta para regalarle a Jordi Alba y Neymar los dos goles que decidieron la final.
Un reconocimiento, por supuesto, para el Sevilla, que afrontó el partido a vida o muerte, sin dejarse llevar en ningún momento pese a ganar hace unos días su quinta Europa League, la tercera consecutiva. Con Emery nunca hay margen para la relajación y volvió a apostar por la intensidad de un bloque que fue capaz de disputar la prórroga ante un rival que llegó a la final del Calderón en mejor condición física después de tener una semana para preparar la cita. Al final, la expulsión de Banega condenó a los sevillistas, bajaron los brazos tras el gol de Alba en el primer tiempo de la prórroga y firmaron una derrota digna que no empaña otro temporadón del primer equipo de Andalucía.
Por cierto, finalmente, autorización judicial mediante, se vieron esteladas en las gradas del Vicente Calderón, sí. Como también se vieron señeras, banderas de España y de la Nación Andaluza. ¿Y? Pues nada, pero sea reseñado para certificar que no ocurrió nada, ni aparecieron dragones sobre el terreno de juego, ni se abrieron las mazmorras para encerrar en ellas a los que las portaban y exhibían, por mucho que les pese a los amantes de la polémica político-deportiva, un extraño matrimonio de conveniencia dudosa que sumergió a la final de Copa en terrenos farragosos. Para ellos iba dedicada la pitada que sonó antes del partido para acompañar los acordes del himno español. También para los que celebran que el Barça gane el torneo que lleva el nombre del rey del país del que se quieren separar. Y sobre todo, los pitos deben de ir para los miembros de seguridad del Vicente Calderón que no dejaron entrar a nadie con bufandas y pancartas de Biris Norte.
Mascherano dejó con 10 al Barça en el minuto 36
Política al margen, el Barcelona salió de inicio el equipo médico habitual, con la temible MSN al frente y Ter Stegen, el portero de las finales, en el arco; mientras que el Sevilla presentó varias novedades respecto al once inicial del pasado miércoles: Sergio Rico sustituyó bajo los palos a David Soria, Iborra jugó en el lugar del sancionado N’Zonzi y uno de los fijos, Krychowiak, después de ser duda durante toda la semana, finalmente fue de la partida.
La final se desequilibró en el minuto 36 a raíz de la justa expulsión de Mascherano, que vio la roja directa por agarrar y derribar en la frontal del área a Gameiro cuando el francés, temible en campo abierto, se iba como una flecha hacia la portería de Ter Stegen. Es el cuarto jugador del Barça expulsado en una final de Copa, tras Ramón Guzmán (1928), Carulla (1928) y Sergi (1996), siendo la roja más rápida en la historia de las finales de Copa. El partido se pudo terminar de romper si Banega llega a transformar la falta subsiguiente, pero ahí apareció la mano providencial de Stegen para desviar a córner cuando el balón se colaba por la mismísima escuadra.
Hasta la expulsión de Mascherano, el partido había estado muy igualado con un leve intercambio de ocasiones, intensa presión por ambas partes y una posesión alterna. Si Suárez tuvo la primera ocasión del encuentro con un chut a bote pronto que se marchó junto al palo derecho de Sergio Rico, Coke le perdonó la vida al Barça rematando de forma defectuosa y desviada con la zurda para desperdiciar así una gran dejada de Vitolo. Ya después de la expulsión, y antes del descanso, la tuvo Piqué de cabeza, pero su cabezazo a la salida de un córner se marchó rozando el travesaño de Rico.
La principal noticia de la primera parte, expulsión aparte, fue la poca trascendencia en el juego de la MSN: Messi menos trascendente y resolutivo de lo habitual, Suárez demasiado enfrascado en su duelo con Carriço y Neymar muy fallón y desacertado. Así se llegó al descanso con empate a cero, algo que no ocurría desde 2011, un mal precedente para el Barcelona, pues ese año perdió la final (1-0) en la prórroga frente al Real Madrid.
Banega, alfa y omega del Sevilla
El segundo tiempo empezó con una carga de profundidad de Banega, el metrónomo del juego sevillista, que se estrelló en la madera. Fue una contundente advertencia para el Barcelona, consciente de las complicaciones que le quedaban por vivir, pues acto seguido reventó Luis Suárez y tuvo que dejar a Rafinha su sitio en el campo. Expulsado Mascherano, lesionado Suárez y achuchando el Sevilla, se le presentaba un panorama ciertamente complicado al vigente campeón copero. El Sevilla seguía apretando, imponía su superioridad numérica y Krychowiak era el amo y señor del centro del campo, incluso podrigándose al ataque para crear peligrosas ocasiones como la que tuvo que sacar in extremis Busquets.
Pero el paso de los minutos jugaba a favor del Barça, que sabía que mantener la portería a cero era la mejor noticia posible para afrontar la inferioridad numérica y el asedio sevillista. Entre cambios, leves aproximaciones y una tremenda igualdad, se llegó a los últimos minutos del partido. Y ahí Banega se dejó llevar, perdiendo por completo la noción del espacio-tiempo, le hizo un entradón desproporcionado a Neymar en la frontal, emulando a su compatriota Mascherano, y vio la roja directa. El segundo jugador del Sevilla expulsado en una final de Copa del Rey tras Kanouté (en 2007), volvió a equilibrar la final en el último suspiro del tiempo reglamentario, aunque casi la desequilibra Messi, como casi lo hace el propio Banega antes del descanso, con un envenenado lanzamiento de falta que le creó un apuro a Rico para despejarlo a córner.
El partido estaba demasiado igualado como para evitar la prórroga y a eso se llegó después de acabar los 95 interminables e intensos minutos del tiempo reglamentario con empate a cero en el marcador. Lo más reseñable del segundo tiempo es que Banega ejerció de alfa y omega del Sevilla: de hacer temblar al barcelonismo con la ocasión que se estrelló en la madera en el tercer minuto de la reanudación, a dejar con diez a su equipo tras ver una roja directa más que justa.
El jardín de Messi
La prórroga ya fue territorio Messi. El astro argentino jugó ese tiempo añadido, tradicionalmente tan agónico, como si estuviera en el jardín de su casa. Con batín y zapatillas. A estas alturas, a un tal Leo Messi no le va a atenazar la presión por jugar media hora más de una final. Al poco de iniciarse este tiempo fatídico, el rosarino se dejó caer por el centro del campo y, desde allí, cruzó una bola larga y preciosa para el avance de Jordi Alba, que echó el resto cruzándosela a Sergio Rico por el palo largo. Alba se convierte así en el segundo defensa que marca en la prórroga de una final de Copa tras Miranda (en 2013 contra el Real Madrid).
Messi no se conformó con el uno a cero y, aprovechando que el Sevilla bajó los brazos y firmó la rendición tras la expulsión de Carriço, por hacerle un entradón desproporcionado en los últimos instantes de la prórroga, sirvió otra asistencia magistral, esta vez para Neymar, que el brasileño se encargó de cruzar para mandarlo al fondo de la red de la portería de Rico. El brasileño ganó su particular doblete, siendo el primer jugador que marca en una final de Copa en dos años seguidos desde que lo consiguiera Óscar Valdez con el Valencia en la 1971-72.
Y así, con un claro dos a cero para el Barcelona, concluyó la final del Vicente Calderón, un estadio donde el Barça naufragaba contra el Atlético hace escasas fechas en la Champions, cierto es, pero a partir de ahí se pusieron las pilas los hombre de Luis Enrique para ganar la Liga, la Copa y consumar un gran doblete.
LA FICHA TÉCNICA
BARCELONA: Ter Stegen; Alves, Piqué, Mascherano, Alba (Sergi Roberto, min.119); Busquets, Rakitic (Mathieu, min.46), Iniesta; Messi, Neymar y Suárez (Rafinha, min.57). SEVILLA: Rico; Mariano (Konoplyanka, min.80), Rami. Carriço, Escudero; Krychowiak, Iborra (Llorente, min.106), Coke, Banega; Vitolo y Gameiro.
ÁRBITRO: Del Cerro Grande (C.Madrileño). Expulsó con roja directa a Mascherano (min.36), Banega (min.90) y Carriço (min.119). Mostró amarillas a Jordi Alba (min.87), Neymar (min.90) e Iniesta (min.90) por parte del Barcelona; y a Rami (min.73), Vitolo (min.75), Iborra (min.90), Krychowiak (min.92), Konoplyanka (min.102), Escudero (min.104), Gameiro (min.114) y Carriço (min.119) por parte del Sevilla.
GOLES: 1-0, minuto 97, Jordi Alba.
2-0, minuto 120, Neymar.
INCIDENCIAS: final disputada en el estadio Vicente Calderón de Madrid ante cerca de 54.000 espectadores. Presenciaron el partido el rey Felipe VI y la reina Letizia, que fueron pitados, al igual que el himno de España, cuando salieron al palco.