Estaban por todas partes. Se giraba cualquier húngaro y había un belga con un balón dispuesto a herir a sangre fría. Ni un momento de distracción. Ningún minuto de pausa. Bélgica salió dispuesta a demostrarle a los espectadores que su talento ha dejado de ser potencial. Los magiares solo podían resistir, golpear era impensable. Al principio eran verticales, cada parpadeo de los laterales húngaros era un corte preciso de los extremos belgas por las bandas. La primera parte fue de De Bruyne, la segunda de Hazard. Pero lo más importante es que ahora son un equipo. EL 0-4 es consecuencia de una exquisitez de juego desplegado por los chicos de Wilmots.
En el minuto 3 De Bruyne avisaba al eterno Király, el balón fuera y la sensación de peligro ya se había instaurado. La segunda no se hizo esperar y el mediapunta del City puso un centro para Lukaku que el arquero húngaro tuvo que despejar. La tercera llegó en el 7’ de nuevo el chico pelirrojo, de nuevo el ex del Wolfsburgo. Esta vez disparó desde fuera del área, pero fue muy centrado. Y en el 10’ se concretó. Otra vez De Bruyne. Levantó el brazo derecho, colgó un libre directo, asistió de maravilla a un Alderweireld que contactó un cabezazo impecable 0-1. Bélgica era un vendaval. Hungría no sabía cómo protegerse ni siquiera sabía quién le estaba golpeando.
Se tomaron 5 minutos de descanso y en el 15… una más de De Bruyne. Esta vez fue Lukaku el que asistió y el del City quien desperdició un mano a mano para doblar la ventaja. Pasaron 23 minutos desde el inicio del partido y Dzsudzsák permitió que un resbaladizo Courtois interviniera en el partido. Un poco de pausa para un encuentro con un ritmo que cansaba hasta los ojos del espectador por su frenesí. Para Hungría ir solo por uno abajo era un síntoma de satisfacción. Como para aquel que entra a un quirófano pensando que tiene que ligamento cruzado anterior roto y al salir ve que solo es un esguince, la sonrisa triste era más que válida. En el 35’ un nuevo aviso de De Bruyne. Un libre directo que se iba a la escuadra de no ser porque el mítico Király voló para evitarlo. Lovrenciscs asustó por segunda vez en la primera parte a Courtois en el 38’. Lo peor había pasado debían pensar los magiares al irse al descanso. Bélgica estaba jugando el mejor partido, solo Király había permitido a los suyos marcharse con vida.
El segundo tiempo empezó con Hungría sedienta de sangre. Szalai desperdiciaba dos ocasiones en los primeros 10 minutos, sin embargo las llegadas aumentaban y la entrada de Elek propiciaba más peligro. Bélgica había bajado el listón. Aun así Vertoghen y Hazard continuaban siendo un puñal en la banda izquierda apoyados por un Lukaku que hacía las veces de ancla. Solo quedaba media hora de juego y el partido, sin que nadie se lo creyese seguía sin estar sentenciado. En el 65’ Pintér estuvo cerca de sorprender al meta del Chelsea, pero este respondió de forma maravillosa. Acto seguido, Juházs cruzó en exceso un balón que cerca estuvo de convertirse en el empate. A Wilmots se le nublo la vista, de repente todo parecía hundirse, la solución: Batshuayi. El delantero del Marsella el primer balón que tocó lo transformó en gol. La asistencia de Hazard evidenció su superioridad, pero solo dos minutos después, en el 79’, el extremo del Chelsea se marchó de dos jugadores por la horizontal del área y resolvió con el 0-3. Una vez sentenciado, tocaba descansar pensando en Gales. Ya en el descuento, Carrascó marcó el definitivo 0-4. La candidatura estaba presentada. Vermaelen no jugará el siguiente partido por acumulación de tarjetas. Sin embargo, Bégica ha dejado de ser un conjunto de individualidades y empezado a trabajar como equipo.
Ficha técnica:
Bélgica: Courtois; Meunier, Alderweireld, Vermaelen, Vertonghen; Nainggolan, Witsel; De Bruyne; Mertens (Carrasco), Hazard (Fellaini); Lukaku (Batshuayi)
Hungría: Király; Lang, Juhász, Guzmics, Kádár; Gera (Elek); Lovrensics, Pinter (Nikolik), Nagy, Dzsudzsák; Szalai
Árbitro: Milorad Mažić (SRB)
Goles: Alderweireld 0-1 (10’), Batshuayi 0-2 (78′), Hazard 0-3 (80′) y Carrasco 0-4 (90)