El Sporting planta cara a Las Palmas pero termina goleado víctima de su infortunio
Lamentable arbitraje de Pino Zamorano, indeseable protagonista del partido
La crónica de Alejandro Rozada (@alexrozada)
Se había encomendado el Sporting al orgullo para sacar algo positivo en su visita al Estadio de Gran Canaria, pero ni por esas. Los males de este equipo van más allá de la vergüenza torera o, como sostenía José Ramón Sandoval, de portarse como paisanos. Las apelaciones a la testosterona del entrenador están muy bien de cara a la galería, pero las proclamas populistas deben realizarse a tiempo. Y a ser posible basadas en unos ciertos argumentos futbolísticos. No a estas alturas de la temporada, con la mayor parte del pescado vendido, y ante un rival con aspiraciones reales de ascenso. Porque a pesar de que llevan una hora de retraso en relación a los habitantes de la península, en Canarias se pagan caras las faltas de puntualidad. En especial las castiga esta Unión Deportiva Las Palmas, que se ha subido a tiempo al tren que lleva a Primera y no se quiere bajar hasta la última estación. Por su parte, el Sporting se apeó antes en la estación de Ponferrada en una derrota que todavía escuece. Y eso por no hablar de la infame derrota de la semana pasada ante el Hércules en el apeadero de El Molinón. Ni en su propia casa responde este Sporting.
Al margen de las reclamaciones que se puedan realizar ante la ventanilla del míster Sandoval, el sportinguismo también puede mostrar su malestar por el pésimo arbitraje de Pino Zamorano. Esperpéntica actuación del árbitro madrileño erigido en el indeseable protagonista del encuentro. Generó disparidad de opiniones pero todas ellas basadas en su mala actuación. Porque no convenció a los canarios, que protestaron el dudoso penalti de Murillo sobre Lora y la excesiva facilidad del trencilla para sacar amarillas. Pero sobre todo castigó al Sporting, pitando penalti en una dudosa mano de Iván Hernández y expulsando al propio defensa madrileño y al portero suplente, Juan Pablo, además de un constante goteo de amonestaciones que condicionaron en gran medida a los rojiblancos. Como tiene pocos problemas el Sporting, encima sufrió en El Insular a uno de los colegiados más lamentables del fútbol español.
Demasiada agitación
El ambiente ya estuvo demasiado caldeado durante la semana. La derrota contra el Hércules ha escocido mucho en el sportinguismo y si además a eso se le suman decisiones polémicas como no convocar a Sangoy esgrimiendo unas supuestas faltas disciplinarias, el ambiente se torna en irrespirable. Aún así, como ese montañero que apura la escalada a pesar de ir muy necesitado de oxígeno, el Sporting boqueó en los primeros compases del partido y mantuvo el tipo ante Las Palmas. Y tuvo la suerte de que le pitaron un penalti por un dudoso derribo de Murillo sobre Lora. David Rodríguez no perdonó desde los once metros y, como quien no quiere la cosa, el equipo gijonés se vio por delante en el marcador.
Pero a Pino Zamorano le dio por aplicar a su manera la ley de la compensación y, acto seguido, sancionó con penalti una supuesta mano de Iván Hernández, más que dudosa porque el jugador madrileño tenía su mano derecha pegada al cuerpo. El regalo no lo desaprovechó Vitolo y estableció el empate. Otra vez tocaba remar. Pronto se vería que las aguas estaban demasiado agitadas por la expulsión de Juan Pablo por protestar en la banda, lo que dejaba al Sporting sin portero suplente. A rezar para que no le diese a Cuéllar ni por estornudar porque, en ese caso, el problema ya tendría proporciones bíblicas. El equipo aguantó y se llegó con tablas al descanso.
Un segundo tiempo de locos
Mejorando lo presente en la primera parte, el segundo tiempo fue de locos. Las Palmas meneó con paciencia el árbol sportinguista a la espera de que comenzasen a caer los frutos. Y el Sporting se terminó cayendo de maduro. Fue Vitolo quien, con un disparo desde fuera del área aprovechando un pase de Thievy, adelantó al equipo canario. La herida pudo sangrar más a continuación si Chrisantus, una pesadilla para la zaga rojiblanca, llega a estar más acertado ante Cuéllar. Los canarios ya estaban demostrando con creces por qué son aspirantes al ascenso y Sandoval se vio obligado a buscar remedios en su banquillo. Doble cambio: Juan Muñiz por Cases y Carmona por Santi Jara. Así, el equipo ganó en claridad de ideas y profundidad. Pero cuando se intentaba reponer a base de tocar el balón e imaginar soluciones ofensivas, volvió a aparecer Pino Zamorano para mostrar la doble amarilla a Iván Hernández y dejar al Sporting con diez hombres.
Un jugador menos en Canarias ya era demasiado, pero aún así se apeló a la vergüenza torera y, recurriendo a la proclama del técnico madrileño, los jugadores se portaron como paisanos. Primero apareció Casquero, que soltó uno de sus míticos casquerazos, pero respondió con una magnífica mano el guardameta Barbosa. David Rodríguez rozó su segundo de la tarde, pero se anticipó Murillo a su remate. Entre medias casi dicta sentencia Las Palmas con un disparo de Nauzet que Pichu sacó de la escuadra con una gran parada. Sería demasiado castigo para el Sporting, que consiguió empatar con un gol de Carmona tras una orgullosa incursión de Lora por la derecha que le sirvió el gol en bandeja al mallorquín. Una merecida alegría para la paciente afición sportinguista que se volvió a dar de bruces contra la realidad inmediatamente después.
El mismo guión que en la primera parte. Marca el Sporting y enseguida responde Las Palmas. En esta ocasión fue Chrisantus quien, más listo que nadie, apareció en boca de gol para meter un gol que ya sería un obstáculo insalvable. Y por si quedaba alguna mínima esperanza, Thievy se encargó de acabar con ellas. El franco-congoleño, que también provocó muchos trastornos a los defensores rojiblancos, se vistió de gacela y protagonizó una endiablada galopada que terminó con un remate seco, inapelable y cruzado ante Cuéllar. Y así se terminó otra película trágica para el sportinguismo.
El enésimo disgusto, la enésima decepción. Sigue la tortura para los sportinguistas. La Liga se ha convertido en un valle de lágrimas que no lleva a ninguna parte. Y casi mejor. Porque, ahora mismo, este Sporting cotiza más a la baja que al alza. Vale más quedarse en tierra de nadie, en mitad de la tabla, alejados del infierno. El descenso ya sería demasiado, así que habrá que dar gracias porque el equipo asturiano ha sido capaz de sumar con antelación 49 puntos que le mantienen alejado de la quema. Pero acumula demasiadas desilusiones el sportinguismo. Desde la destitución del añorado y eterno Manolo Preciado, gestionada de manera lamentable por el consejo de administración, esta entidad no levanta cabeza. Y no se sabe hasta dónde llegará la paciencia de los sportinguistas, pero a este paso no irá muy allá. Las butacas de El Molinón pueden notar la desesperación en forma de un progresivo vaciado de las gradas.
FICHA TÉCNICA
Las Palmas: Barbosa; Pignol, Deivid, Murillo, Atouba; Tato (Javi Castellano, minuto 75), Nauzet, Vicente Gómez (Momo, 82´), Vitolo; Thievy y Chrisantus (David González, 87´).
Sporting: Cuéllar; Lora, Bernardo, Iván Hernández, Borja; Mandi, Cases (Juan Muñiz, minuto 62), Jara (Carmona, 62´), Casquero (Guerrero, 85´), Trejo; y David.
Goles:1-0, min 17, David, de penalti; 1-1, min 21, Vitolo, de penalti; 2-1, min 57, Vitolo; 2-2, min 79, Carmona; 3-2: min 82, Chrisantus; 4-2: min 92, Thievy.
Árbitro: Pino Zamorano, del comité castellano-manchego. Expulsó a Iván Hernández por doble amarilla. Amonestó a Murillo, Thievy, Pignol, Vicente Gomez y Nauzet, de Las Palmas, y a Cuéllar, Bernardo, Casquero, del Sporting.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la trigésimo séptima jornada de la Liga Adelante disputado en el estadio de Gran Canaria ante 12.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el ex jugador local Yeyos y un dirigente canario.