España derrota a Finlandia (0-2) gracias a los goles de Alba y Negredo en un partido cargado de polémica por la decisión de Del Bosque de alinear a Casillas, suplente en el Real Madrid
Alejandro Rozada (@alexrozada)
España roza la clasificación para el Mundial de Brasil del próximo verano. Queda menos de un año para que el balón vuelva a rodar por los estadios brasileños que ya acogieron el desarrollo de la pasada Copa Confederaciones y, salvo estrambótica e inesperada novedad, por allí se volverá a presentar la selección española con todo su arsenal. Dentro de la potente recámara que almacena el combinado nacional, sobresalen dos balas. Una de ellas dispara desde la izquierda. Se llama Jordi, se apellida Alba y es un pozo de petróleo en el lateral izquierdo. Su fiabilidad y potencia no sorprenden; tampoco su soltura goleadora, porque este zurdo de Hospitalet ya ha celebrado 5 goles defendiendo los colores patrios. La otra bala es un cañón de Madrid, o más en concreto, una fiera de Vallecas: Álvaro Negredo, el flamante delantero del Manchester City, sigue presumiendo lejos de Nervión de tener mucha pólvora en sus botas. Ambos (Alba y Negredo, Negredo y Alba) son dos balas disparadas hacia su primer Mundial. También es verdad que lo de Helsinki fue una pachanga disfrazada de partido clasificatorio para la cita mundialista y poco tendrán que ver los rivales que se encontrará España en tierras cariocas con la gris Finlandia a la que se enfrentó este viernes.
Desde que Luis Aragonés frotó la lámpara en 2004 y de ella empezaron a salir genios bajitos como si fueran churros, España dio un paso adelante y se vio capacitada para crear peligro sin necesidad de fiar su suerte a la determinación goleadora de los típicos nueves de toda la vida. Por el centro y por las alas, gracias a la clarividencia de hombres como Xavi, Iniesta y Fábregas, y a las llegadas desde los costados de Pedro, Alba y Koke, privilegiado debutante en estas lides, los delanteros españoles (Villa y Negredo) se pueden mover con libertad por el frente ofensivo sin necesidad de estancarse en una estática posición como sucedía antaño. Como es lógico, Vicente del Bosque no ha querido trastocar la filosofía ofensiva del Sabio de Hortaleza, a la que simplemente le ha dado retoques. Los resultados cantan por sí solos: la primera Copa del Mundo y la tercera Eurocopa de nuestra historia a la buchaca, títulos que demuestran el acierto de la idea futbolística promulgada por los dos seleccionadores. Nos podemos sentir orgullosos, pero lejos de acomodarnos en esta dinámica triunfadora, también hay que hacer cambios para sacarle brillo a nuestra estrella.
Uno de los principales vicios que cualquier entrenador debe evitar es asignar titularidades por decreto. Recordemos los palos que sufrió Clemente por mantener a Alkorta como titular contra viento y marea. Los hechos son concluyentes. No hay que ser ingeniero para entenderlos. Si Íker Casillas no es titular con el Real Madrid desde hace siete meses y Diego López (ese porterazo de Lugo que inexplicablemente no va con la selección) se ha consolidado bajo los palos con Mourinho y Ancelotti, no tiene lógica que llegue Del Bosque y elija a Casillas como guardameta titular de la selección. Ya lo hizo en la pasada Confederaciones y, sin ánimo de responsabilizar al portero, el resultado cantó por sí solo. A Neymar no se le borra la sonrisa desde entonces al recordar su primer enfrentamiento contra España.
Del pasado glorioso de Íker Casillas nadie puede dudar. Ya lo defienden su palmarés y las videotecas; eso sí, no solo de títulos y paradones pretéritos viven los grandes futbolistas. Los jugadores viven de su estado de forma. Y el actual estado de forma de Casillas es más que cuestionable. Básicamente porque no juega en su equipo de siempre. Más aún dudamos de su titularidad viendo el extraordinario rendimiento de Víctor Valdés. Si no es titular con España en su plenitud futbolística, ¿qué tiene que pasar para que lo sea? El seleccionador, que siendo entrenador del Madrid sentó a Casillas en el curso 2001-02, parece empeñado en pagar viejas deudas al guardameta de Móstoles. Si se trata de eso, entonces debería volver a convocar a mitos de nuestro fútbol como Raúl, Valerón y Joaquín, por ejemplo, que no tuvieron la inmensa suerte de levantar títulos con nuestra selección absoluta. Y si es un hombre justo y quiere pagar deudas, debería apostar decididamente por Valdés bajo los palos porque no tiene ningún sentido y es tremendamente injusto que el mejor portero en la historia del Barça no sea titular con el combinado nacional. Quizás, cuando el seleccionador se quiera dar cuenta y se disponga a pagarle la factura pendiente al cancerbero catalán, sea demasiado tarde.