No gana para disgustos la afición culé. Lo que se empezó a intuir en el Parque de los Príncipes con la derrota ante el PSG, que luego se vería ratificado en el Bernabéu, se agigantó esta noche contra el Celta en el Camp Nou. El Barcelona se descompone con una facilidad pasmosa. Cada vez queda menos de aquel equipo que irradiaba confianza, seguridad.
Salió el Barça con ganas de sacudirse el mal sabor de boca que dejó en la hinchada culé el resultado del último clásico. Nada más comenzar ya tuvo Neymar un mano a mano que desperdició por un mal comtrol. Minutos más tarde el propio Neymar remató a un metro del guardameta vigués muy blandito y para redondear el inicio soltó un zarpazo desde la izquierda que repelió el larguero.
A partir de ahí se desordenó el Barcelona, un equipo que tras el paso por el Bernabéu parece otro, se rompe con facilidad e intenta vivir de sus dos áreas. Ahí el buen hacer del Celta le permitió disfrutar de ocasiones claras vía Larrivey y, sobre todo, de Nolito. Desaparecidos Busquets, Rakitic y Rafinha, el peligro llegaba cuando aceleraba Messi y de la mano de un Suárez hiperactivo. Tuvo ocasiones el 10 argentino para abrir el marcador, la más clara con un disparo que superó a Sergio y que salvó Yoni in extremis. Así, entre el desorden y el desconcierto se llegó al descanso.
La segunda parte no modificó las sensaciones que transmite el conjunto de Luís Enrique. Mucha ida y mucha vuelta y cero mediocampo. Es curioso en este equipo que llegó a dominar Europa desde el centro del campo. Entre tanto debate, fue el Celta quien aprovechó una genialidad de Nolito en forma de asistencia de tacón a Larrivey y éste batió a Bravo con un disparo raso y seco.
A partir de ahí el Celta cedió el control al Barcelona y vivó de las contras. El conjunto culé apretó sobre la portería de Sergio de la mano de Messi o de Suárez, quien desaprovechó un remate franco de cabeza, blandito, parado por el guardameta vigués. El Barça siguió insistiendo como si quedasen dos minutos para el final, volcado y frente a un Sergio salvador. Un equipo que aspira a vivir de las áreas pero ni transmite seguridad atrás ni tiene claridad para finalizar arriba. Así se llegó al final, con la segunda derrota consecutiva del Barcelona, en shock tras perder en Chamartín. Tiene trabajo Luís Enrique. Mucho por hacer.
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