Insulso empate en El Molinón ante un Mirandés que neutralizó el gol de Trejo
Por Alejandro Rozada (@alexrozada)
Al Sporting se le atragantó el desayuno. Todo parecía dispuesto para una digestión ligera y saludable, pero llegó el Mirandés y le dio la mañana. Cuando se desperezó, el equipo gijonés había perdido el día. Y eso que empezó ganando. El almuerzo no le llegó ni al descanso; a los diez minutos de marcar Trejo, ya había empatado Mújika. La receta del equipo castellano, más vieja que una botella de cristal: encerrarse en su campo y fiar su suerte al contragolpe. Así empató el partido y rascó un punto de El Molinón. Un resultado que no le sienta nada bien al equipo de Sandoval, que pierde la opción de situarse a 4 puntos de los puestos que dan derecho a disputar el «play-off» de ascenso. Otra oportunidad perdida.
El dominio de los primeros minutos del encuentro correspondió al Sporting. Salieron decididos a solventar el almuerzo por la vía rápida y muy pronto pusieron todos los condimentos sobre la mesa. Como de costumbre, Sandoval no reservó nada y salió de entrada con Trejo, Sangoy, Bilic y David Rodríguez. Además, presentó a los 13.000 aficionados que se dieron cita en El Molinón a uno de los fichajes de invierno, Bernardo. De su cabeza nació la primera ocasión en contra del equipo gijonés; despejó hacia atrás y obligó al guardameta a lanzarse para enviar a córner. Fue un leve aviso del Mirandés, que salió a verlas venir cediendo el esférico claramente a los locales.
El Sporting dominaba y acechaba a su rival hasta que una falta botada por Sangoy al corazón del área, encontró la cabeza de Trejo que, en un escorzo hacia atrás y casi de espaldas, peinó lo justo para adelantar al conjunto asturiano. El gol mezcló la visión de juego y el talento de los dos argentinos. La conexión argentina comandaba casi todos los ataques, aunque también se dejaba notar la presencia de Bilic. El croata estaba muy activo y suyo fue el disparo que Goitia no pudo atrapar, dejando el balón muerto en el área para la llegada de David Rodríguez, que marcó en un claro fuera de juego. Un gol bien anulado que precedió a la jugada del empate. Mújika fue el más listo de la clase, aprovechó un despeje al medio de Luis Hernández, se metió hasta la cocina y no perdonó. El Mirandés se encontró con ese regalo y aprovechó para sentarse en la mesa del partido. Los de Sandoval se percataron de ello rápidamente y quisieron desnivelar la balanza antes del descanso. Lo intentaron Sangoy, en dos ocasiones, David Rodríguez y Bilic, en un remate de cabeza que sacó bajo palos Koikili. No había manera de sorprender al contrario.
En una salida fulgurante nada más sacar de centro en el segundo tiempo, Bilic estuvo a punto de marcar pero su disparo se perdió a escasos centímetros del palo izquierdo de Goitia. Respondió Díaz de Cerio con un remate manso, que detuvo Juan Pablo, tras quedarse solo delante de la portería sportinguista. El delantero croata del Sporting volvió a llevar el peligro a la meta del Mirandés con un remate que se marchó desviado esta vez por la derecha. Díaz de Cerio y Pablo Infante eran las principales amenazas del cuadro burgalés, aunque sus aproximaciones tampoco inquietaron en exceso al equipo gijonés. Los últimos minutos fueron de claro, y apresurado, dominio local. Se pidió un penalti sobre David Rodríguez y Bilic volvió a disparar, esta vez tras un golpe franco que se marchó alto. Las prisas no fueron suficiente argumento para desnivelar el marcador y se mantuvieron las tablas.
Un punto para cada equipo en El Molinón, que no satisface a ninguno de los contendientes. Al Sporting no le vale porque necesitaba la victoria para acercarse a los «play-off»; y al Mirandés tampoco le sirve porque sigue comandando los puestos de descenso. El caso es que los sportinguistas se impacientan por no acercarse al ascenso y se preocupan por no alejarse de la zona comprometedora. Y los burgaleses se lamentan porque siguen sin salir del purgatorio. Se tenían que haber levantado antes.