Por Alessandra Aguilar
El 10 de agosto de 2013 tuve la suerte de poder vivir una de las experiencias más gratificantes y emocionantes de mi vida al ser 5ª del Mundo en la Maratón del Cto. del Mundo de Moscú.
Partí rumbo a Moscú muy ilusionada y confiada en el gran momento de forma en el que me encontraba, aunque estaba un poco expectante a lo que me podía encontrar allí. El viaje fue genial y los días previos a la carrera fueron muy tranquilos, descansando mucho e hidratándome muy bien ya que el calor en la capital rusa era sofocante.
Compartíamos hotel con un numeroso grupo de países, por lo que se respiraba el ambiente de la competición. Estábamos todos deseosos y expectantes por que llegase el día de nuestra prueba. Yo competía el primer día, así que la espera se me hizo corta.
El 9 de agosto me fui a la cama con un cierto gusanillo en el estómago, ¡por fin llegaba el gran día! Sonó el despertador a las 9am y me desperté con muchas ganas de que llegara la hora de afrontar mi 11ª maratón. Desayuné tranquilamente y me preparé para la competición. Durante el trayecto en bus al estadio y las horas previas a la competición, iba concentrada en cómo iba a afrontar la prueba, visualizando los kms, los avituallamientos, cómo superar los momentos malos, etc. Hacía muchísima calor y humedad y sabía que me iba a enfrentar a una prueba muy dura, por eso la concentración previa y durante la prueba eran muy importantes.
Caliento muy poquito y lo poco que hago es a la sombra, no hay que malgastar energía. Mi entrenador, Antonio Serrano, está en todo momento conmigo, pero llega el momento de entrar en cámara de llamadas y a partir de aquí las atletas nos quedamos solas. Antes de entrar Antonio se despide de mí con una sonrisa en la cara, sabedor del gran momento de forma en el que me encontraba y de que las condiciones climatológicas me favorecían mucho. Me decía: “Aless, este es tu campeonato, el puesto de finalista es tuyo”. Yo me reía y le decía: “ojalá tengas razón”. Y, ¡vamos si tuvo razón!
A las 14h se dió el pistoletazo de salida. La italiana Straneo salió marcando un ritmo alto desde el principio. En el 2km ya se habían formado varios grupos. Yo me quedé en un segundo grupo. Las sensaciones eran muy buenas, pero era consciente de que quedaban muchos kms por delante. El sol era matador y no había ni una sombra en el circuito. Bebía cada 2.5kms y me refrescaba para poder soportarlo mejor. A medida que pasaban los kms me iba encontrando mejor y sabía que en la segunda mitad de la prueba iba a remontar puestos. Y, así fue, de la 12ª plaza fui remontando hasta llegar a la 5ª posición. Estaba disfrutando muchísimo de la carrera y cada vez que cogía a una rival, no me podía creer en el puesto en el que iba. Sólo pensaba: “Madre mía, lo que estoy haciendo. Este es mi mundial” Los kms iban pasando y el sol iba haciendo mella. En el 39-40.5 kms los pasé francamente mal. Ya quedaba poco para llegar a meta, pero el sol me estaba matando. Intenté evadir la mente de ese sufrimiento. Era consciente de que una vez que viese el estadio iba a renacer y, así fue. En el 40.5 giré y lo vi.
¡Madre mía! Sólo me separaban un poco más de 1.5 kms de la meta. Miraba para atrás para asegurarme que no me cogía ninguna rival y en más de una ocasión las lágrimas de emoción me venían a los ojos. En mi mente sólo estaban los últimos 300metros en el estadio y la convicción de que los iba a disfrutar como una niña, porque no eran sólo para mí, también lo eran para mi familia, Mario, mis amigos, mi entrenador, para todos los que siempre han estado conmigo y han apostado por mí. Y, por fin, entré en el estadio. ¡Qué recuerdos! La emoción me recorría todo el cuerpo, no podía contener las lágrimas ni parar de sonreír. Me acordé de tanta gente a la que quiero, de los sacrificios, horas de trabajo, de los malos momentos; ¡es increíble todas las cosas que se te pasan por la cabeza! Pero todo ello recompensado con este grandísimo resultado. Y crucé la meta, finalizando la maratón siendo ¡5ª del mundo! No me lo podía creer y sé que nunca olvidaré ese momento. ¡Era un sueño hecho realidad! Una vez finalizada la prueba, estaba deseando llegar al hotel para poder llamar a Mario y a mi familia. Mi entrenador y yo nos tomamos unas cervecitas para celebrarlo.
Tras la competición, aún me quedaban 3 días antes de volver a España, así que los aproveché y disfruté al máximo viendo los Campeonatos, animando a mis compañeros y haciendo turismo por la bellísima ciudad de Moscú. Me encantaba perderme paseando por sus calles. La belleza del centro de Moscú es grandiosa, la Plaza Roja, el Kremlin, las Basílicas, sus parques, el metro, etc. Todo ello de una grandiosidad impresionante. Pero es una ciudad de grandes contrastes, donde las diferencias sociales son brutales y a pesar de su belleza, una ciudad fría, a mi modo de ver, todo ello fruto de su pasado político.
Hay ciudades que te marcan y Moscú se ha convertido en una ciudad muy especial y siempre ocupará un lugar en mi corazón.