El Barcelona se estrena en una nueva edición de la Champions con una victoria por la mínima gracias a un cabezazo del central catalán. Le asistió un Messi otra vez solidario, pero improductivo de cara a puerta. Buen debut oficial de Ter Stegen culminado con un paradón en el último minuto.
Por la mínima, con susto y con falta de pólvora ofensiva, pero victoria al fin y al cabo. El nuevo Barça de Luis Enrique sumó los tres puntos en su estreno en la edición 2014/15 de la Liga de Campeones gracias a un solitario gol de Piqué. Esa es la mejor noticia que deja la noche entre el barcelonismo, al margen del regreso a la titularidad de un grande como Xavi Hernández y el agradable estreno de Sergi Samper, Sandro Ramírez y Ter Stegen en la Champions. Con eso preferirán quedarse los barcelonistas tras un ajustado triunfo que les sabe a poco tras su dominio total de la posesión a lo largo de los 90 minutos. Traducir ese dominio en goles es el primer caballo de batalla al que se enfrenta Lucho porque por lo demás, y exceptuando el susto final bien despejado por Stegen, su equipo sigue transmitiendo solidez defensiva.
Polémicas al margen, Piqué estuvo muy serio rayando a un gran nivel tanto a nivel defensivo como ofensivo. Combinó cortes providenciales atrás con peligrosas incursiones ofensivas, incluso probando suerte por el carril derecho. Aunque su mayor aportación vino a balón parado haciendo valer su superioridad en el juego aéreo para marcar el primero de la noche. Lejos de sonrisas, lágrimas y reivindicaciones puntuales, es en el terreno de juego donde más y mejor rinde este controvertido jugador.
El líder de la revolución
Presentó Luis Enrique un once revolucionario con hasta nueve novedades en relación al que compareció de inicio el sábado contra el Athletic. Ter Stegen, Adriano, Bartra, Xavi, Sergi Roberto, Samper (el primer canterano del Barça que recorre íntegro el camino entre la Escola, a la que llegó a los 6 años, y el Camp Nou siempre vestido de blaugrana) y Neymar disfrutaron de su primera titularidad del curso. Entre tanta cara nueva, el líder volvió a ser el de siempre. Messi estrechó el cerco sobre la meta de un viejo inquilino de La Masía, Urko Pardo, desde que lanzó una falta pegada a la base del poste derecho y a la que el guardameta respondió con una buena estirada.
Avisó a balón parado el argentino y de esta forma vino el primer gol del encuentro cuando aún no se había alcanzado la media hora. Colgó una falta desde la derecha al borde del área chica y por allí apareció Piqué para cabecear a la red su 21º gol con el Barça, su séptimo tanto en Champions (ya es el segundo defensa blaugrana más goleador en la historia de la Copa de Europa solo por detrás de Ronald Koeman) y marcando en el estreno al igual que la temporada pasada contra el Ajax.
A partir del gol de Piqué, Messi adquirió más protagonismo en la faceta creativa. Ya fuera arrancando desde el costado derecho o a través de peligrosas embestidas por el centro del ataque, el 10 tiró de galones para convertirse en el capitán del juego blaugrana. Insistió en asociarse con Neymar para sorprender a la ordenada defensa dispuesta por el APOEL, tratando de imprimir velocidad y profundidad. Precisamente de una peligrosa combinación con el brasileño vino el segundo aviso del argentino, un remate de primeras con la zurda que salvó Pardo a bocajarro tras una generosa devolución del ex del Santos.
Asedio estéril
Aunque el segundo tiempo arrancó con un asedio total por parte de los hombres de Lucho, el dominio no se tradujo en ocasiones de peligro manifiesto. Los intercambios de roles en posiciones ofensivas y las subidas de los laterales, fundamentalmente de Alves por la derecha, no aportaron el resultado deseado y el juego cayó en una comprometedora monotonía que dio alas a los chipriotas para estirar las líneas sin llegar a inquietar a un seguro y tranquilo Ter Stegen. Lo vio Luis Enrique y tiró de fondo de armario para romper el tedio. A pesar de que la pausa de Xavi en la distribución del balón le vino bien al equipo lo sustituyó Iniesta intercambiándose brazalete de capitán y el papel principal en la organización del equipo.
Las entradas de Sandro Ramírez y Rafinha aportaron frescura y trataron de añadir la dosis de frescura ofensiva que se echó en falta hasta entonces en una fase de juego tedioso e improductivo. Se abusó de los ataques en estático y de larguísimas combinaciones que la línea de cinco del APOEL abortaba sin grandes complicaciones. Solo Sandro Ramírez probó suerte en el minuto 88 con un recurso siempre tan útil y sencillo como es el disparo desviado desde fuera del área. Sigue agradando el canario, uno de los grandes descubrimientos de Luis Enrique.
Y cuando todo parecía decidido se animó el cotarro. En el descuento. Un castigo para esos insensatos que se marchan del campo antes de que se acabe el partido con la excusa pueril de no pillar atasco. Casi se pierden otro gol de Messi, que se acercó a milímetros del gol tras un rechace a disparo de Neymar, pero Mario Sergio se la sacó bajo los palos. Y la cosa no se quedó ahí, porque en la siguiente jugada asustó el Apoel con un buen disparo de Manduca (el único del APOEL entre los tres palos) y al que respondió Ter Stegen con una magnífica palomita. Fue el susto final a una aburrida velada en el Camp Nou y que le deberá servir a Luis Enrique para tratar de introducir más frescura en su equipo.