El Real Madrid pone fin a su racha de partidos sin ganar, tras hacerle un set al Betis en el Benito Villamarín (1-6)
Ya no hay males que valgan ni equipos que vistan de amarillo. El parón nos ha traído al mejor Real Madrid del año en su visita a Sevilla. Buen festín se ha dado incluso permitiéndose jugar a medio gas y en los tramos donde quería. Hoy el Betis fue un auténtico pelele ante un equipo al que es muy difícil, por no irnos más allá en la definición, meterle mano cuando se planta en un terreno de juego como lo hizo hoy. Dominó de principio a fin, quizás exceptuando el comienzo de la segunda mitad, pero cuando recibió el único golpe del partido, volvió a apretar para despejar dudas y maniatar al rival hasta el final. Tras las goleadas del Atlético y el Barcelona en la tarde de hoy, el equipo de Zidane estaba obligado a ganar, y si podía, a golear. Tras la fiebre de los empates hoy tocaba dar un golpe en la mesa en un feudo que el año pasado se le atragantó al equipo, y aún con las bajas de Ramos, Modric o Casemiro entre otros, los teóricos suplentes tomaron el mando de un encuentro que se puso de cara muy pronto.
La masacre de la primera mitad no tarda en comenzar. La superioridad del Real Madrid es tal, que no le hace falta correr, salvo en el cuarto gol, para meterle cuatro al Betis en cuarenta y cinco minutos en el Benito Villamarín. En el minuto tres, al borde del área pequeña, Varane cabecea un exquisito centro de Toni Kroos para abrir boca. El gol dejó al conjunto local aturdido, y sacudió el amor propio madridista decidido a hacer sangre en la noche de hoy. Primero Cristiano y luego Bale, iban a fallar dos ocasiones muy claras para un 0-3 en diez minutos de partido, pero no fue hasta la media hora cuando una absurda pérdida de Joaquín en la salida de balón, iba a acabar con un golazo de Benzema batiendo por bajo a Adán. El plan de Poyet de presionar la salida del balón del Madrid fue un camelo, más allá de jugadores adelantados, no surtió efecto en toda la primera mitad. En cambio el juego sin balón del Madrid y su presión si fue una tortura para los verdiblancos. Kovacic se ha desplegado y soltado para surtir a los de arriba gracias a la amplitud sobre el terreno que ha desplegado su compañero de tareas Toni Kroos, que también ha permitido que Isco jugase sin posición, haciendo un poco de todo, algo muy fácil cuando Marcelo vuelve de una lesión como si nunca la hubiese tenido. Vivió el brasileño en el lateral del área bética, haciendo de Piccini un bebé a cargo de Joaquín, que tuvo que ejercer de padre con las continuas coberturas en defensa. Esto provocó en los de Poyet que fuese el del Puerto el que bajase a recibir el balón para tratar de darle salida al equipo, pero a partir de ahí, la nada. Si Joaquín es el que tiene que recibir en la frontal de su propio área, algo no se está haciendo bien. Rubén Castro y Alex Alegría fueron los dos primeros espectadores del partido, seguidos por los otros 42.000 asistentes. Con esto, los goles iban a ir cayendo uno detrás de otro. El siguiente, de Marcelo en claro fuera de juego. Habría tiempo para un cuarto justo antes del descanso, con el Betis totalmente regalado y volcado, un contragolpe perfecto, culminó con Isco empujando el balón a la red tras asistencia de Pepe. Una obra de arte que ponía la guinda a una primera parte perfecta.
En la segunda mitad, inevitablemente, el Real Madrid comenzó algo más pausado, lo que le dio a los sevillanos más aire para intentar maquillar el marcador. Joaquín protagonizó el peligro más arriba, y Brasanac y Jonas Martin trataron de soltarse para nutrir a Rubén de alguna oportunidad, pero tuvo que ser en un error en la salida de Pepe, cuando Cejudo en el mano a mano batiese a Keylor Navas para rebajar la tensión de la grada, al menos durante algunos minutos. Pero muy poco le duró la alegría al Betis. Volvió a aparecer Toni Kroos para comandar la nueva reacción madridista, que en un contraataque encontró la estrella de Isco, que hoy si brilló, para poner el 1-5 de un tremendo disparo a la escuadra izquierda de Adán. A partir de ahí, el pánico local. La goleada pudo ser un auténtico escándalo, pero solo Cristiano Ronaldo acertó a falta de diez minutos para el final para poner el 1-6. Eso no resta la multitud de ocasiones clarísimas que erigieron como protagonista a Adán sobre todo en el tramo final del partido. La espantada de un público cansado de estos espectáculos, convirtió los últimos minutos en un velatorio atmosférico y futbolístico, en el que el Madrid volvió a recuperar la confianza de cara a unas semanas que serán claves sobre todo en su futuro en Liga de Campeones y para mantener el pulso con los de arriba en Liga.