No consiguió ganar a una Ponferradina muy bien colocada e incansable en su esfuerzo defensivo, pese a la expulsión de Yuri. Los rojiblancos necesitaron 76 minutos para igualar el tempranero gol de Acorán
Alejandro Rozada (@alexrozada)
De repente un extraño. Nadie contaba con un partido así contra la Ponferradina después del maravilloso viaje hacia Mallorca y a las puertas del partido del año en Riazor. Fue una derrota para el Sporting, a pesar de que el marcador final refleja un empate. Salió perdiendo el equipo asturiano, sí. Fue un encuentro extraño. Los rojiblancos se sienten derrotados y los bercianos salen victoriosos celebrando un punto que les sabe a gloria por el desarrollo del duelo. Aguantaron su ventaja durante 76 minutos, incluyendo los últimos 42, prácticamente todo el segundo tiempo, contra viento y marea con un hombre menos por la rigurosa expulsión de Yuri. No es precipitado concluir que perdió el Sporting y ganó la Ponfe. En el fútbol, como en el tiempo, las sensaciones son inescrutables, independientes del marcador y del termómetro. Lo que hoy parece frío, mañana puede parecer calor, y viceversa. Porque la brisa que respirarán los sportinguistas en la playa de Riazor dentro de una semana puede templar los ánimos y compensar las cuentas. Por los puntos que volaron, por los goles sin marcar y por los minutos que se perdieron, demasiados para el gusto de los locales. Pero las pérdidas de tiempo también son fútbol, nos gusten más o menos.
Sin embargo, a pesar de la decepción del sportinguismo, no se puede decir que el equipo jugó mal, al menos no rematadamente mal, ni mucho peor que en el anterior partido contra el Recre en El Molinón, también saldado con un mísero empate. Le faltó, eso sí, la pasión y la pegada del domingo pasado en Palma de Mallorca, ese huracán que lo envuelve todo y puede arrasar a cualquiera. Se lo tiene que hacer mirar Sandoval para averiguar por qué sus jugadores vuelan más alto fuera que en su propia casa, donde no ganan desde la victoria del pasado 15 de diciembre contra el Mirandés. Desde entonces se han producido dos empates y una derrota, un desapacible balance por el que se desagüa una cantidad notable de puntos (se han ido 7 puntos sobre 21 posibles en los tres partidos disputados precisamente este año). Un aspirante al ascenso no debe conceder en su propio campo; y si lo hace, que parezca un accidente. Lo bueno es que el Sporting sigue sin perder y continúa siendo el que menos derrotas concede (cuatro) de toda la Segunda División. Y el balance respecto a la primera vuelta permanece equilibrado: victorias contra Castilla y Mallorca, sendos empates contra Recreativo y Ponferradina.
El partido deja algunas lecturas positivas, como la recuperación del olfato goleador de Stefan Scepovic. El serbio, que no marcaba en El Molinón desde su doblete ante el Mirandés, marcó el gol del empate en un remate con el alma desde el área chica que sitúa su particular balance goleador en los 17 tantos, a uno de Borja Viguera, el nuevo pichichi de la categoría. Mantenerse tan cerca del liderato y del trofeo al máximo goleador de la Liga Adelante (a un punto y a un gol) refleja lo cerca que está el Sporting de cerrar el círculo de la excelencia estadística. Más lejos está de conseguir la plenitud futbolística, porque su juego dista mucho de ser un paradigma del buen fútbol. Se ataca a tirones, a golpe de riñón, como esos ciclistas que fraguan sus victorias más en las escapadas prematuras que en la decisivas. Sirvan de modelo los ataques realizados contra la Ponferradina, que incluyeron desde disparos lejanos (el de Nacho Cases al larguero) a jugadas trenzadas hasta el corazón del área rival (cuesta materializarlas aunque suelen terminar en polémica, cierto es), pasando por los balones colgados al área (vital en este apartado la aportación de Luis Hernández con sus saques de banda directamente a la olla, lo que dificulta la comprensión del cambio introducido por Sandoval en el minuto 58 al retirar al lateral para sacar a Lekic). Pero no solo de arreones vive un aspirante.
El empate sabe a poco
Como lo que funciona no se toca, Sandoval repitió once por cuarta jornada consecutiva para lograr la primera victoria del año en casa. Carmona y Santi Jara volvieron a ser los interiores del equipo, con Scepovic situado una vez más como única referencia ofensiva. Con el sistema habitual en la pizarra, se afrontaba todo un «match ball’ para mejorar los números de la primera vuelta, según el peculiar símil tenístico del entrenador rojiblanco. Y a las primeras de cambio, la Ponferradina le rompió el saque al Sporting. Después de ganarle la espalda a la defensa, Yuri fusiló a Cuéllar pero repelió el portero, que ya no pudo hacer nada para salvar el rechace a placer aprovechado por Acorán. Un jarro de agua fría para el sportinguismo, justo en el día que El Molinón presentó la mejor entrada de la temporada.
El planteamiento conservador de la Ponferradina, en consonancia con el que presentan todos los rivales este curso en El Molinón, encontró en la precipitación del Sporting el mejor aliado para rentabilizar al máximo su ventaja. Escenario ideal para el desquiciamiento arbitral contagiado por el banquillo a la grada y fundamentado en el gol legal de la Ponferradina (al margen de cualquier duda), los dos goles bien anulados a Scepovic y Barrera por sendos fueras de juego, más dos inexistentes penaltis sobre el serbio y el de Viella. Pero ese estado de nervios que cundió entre el sportinguismo no puede llevar a echarle la culpa a Arcediano Monescillo, que no influyó para nada en el resultado. Como tampoco influyeron, y eso es lo preocupante, ni el juego, ni la movilidad, ni la puntería. El acierto que le sobró al árbitro para aplicar el reglamento le faltó al Sporting para materializar su dominio del balón.
Idéntico dominio rojiblanco se mantuvo en la reanudación con sendos avisos protagonizados por Carmona, aunque casi sentencia la Ponferradina a la salida de un córner con un envenenado remate de Robusté que atajó Cuéllar con muchos apuros. Fue la única ocasión de los visitantes, porque el partido era un asedio local. Hasta los saques de banda se convertían en un camino hacia el gol y un cabezazo de Bernardo motivó un paradón de Santamaría cuando el sportinguismo ya cantaba el tanto. La roja directa a Yuri por un injustificado codazo sobre Mandi en una disputa por el balón, demostró que el árbitro era un inesperado aliado para los intereses del Sporting porque seguía sin perdonar ni una sola infracción y dejó a los visitantes con un hombre menos por una aplicación muy rigurosa del reglamento.
Consciente de que había que poner toda la carne en el asador, Sandoval retiró del terreno de juego a un defensa como Luis Hernández para dar entrada a Lekic, en un cambio que deja dudas porque precisamente a la salida de los siempre peligrosos saques de banda lanzados por el lateral podía sacar petróleo la torre serbia. Con un hombre más, el asedio rojiblanco fue todavía mayor, probando fortuna desde cualquier lugar. Nacho Cases disparó un misil desde la frontal del área leonesa que se estrelló espectacularmente en el travesaño. Hasta hombres como Sergio y Bernardo, más enfocados hacia la contención que la creación, se arrancaron con un chut lejano en cuanto podían para desesperación de Sandoval, que prefería un juego de amplitud basado en las llegadas por las bandas. Scepovic se las veía y se las deseaba para abrirse paso en la marea de defensas que le acechaban y sus remates no lograban hacer diana; hasta que el serbio se hartó de estrellarse una y otra vez contra los defensores y el portero de la Ponferradina, y tras un barullo en el área soltó un latigazo imparable.
El empate hizo justicia a los méritos ofensivos de los rojiblancos, pero al sportinguismo le supo a poco. El asedio continuó en los últimos minutos con Cuéllar erigido en el inesperado organizador del juego, colgando balones desde el mismo centro del campo. La presencia de tres delanteros puros en el terreno de juego (Scepovic, Lekic y Guerrero) alimentaba las esperanzas de lograr la remontada, pero las ofensivas resultaron infructuosas. Un punto que sabe a poco porque los sportinguistas aspiraban a más y este resultado, combinado con el triunfo del Eibar, separa a los rojiblancos de los puestos de ascenso directo después de seis jornadas. La decisiva cita de la próxima semana en Riazor será determinante para reconducir las aspiraciones.
LA FICHA TÉCNICA
Sporting: Cuéllar; Luis Hernández (Lekic, minuto 58), Bernardo, Mandi, Canella; Sergio; Jara (Lora, minuto 83), Álex Barrera (Guerrero, minuto 72), Nacho Cases, Carmona; y Scepovic.
Ponferradina: Santamaría; Alan Baró, Alberto, Robusté, Bellvís (Óscar Ramírez, minuto 77); Juande; Cristian (Marquitos, minuto 59), Jonathán, Javi Lara (Rueda, minuto 52), Acorán; y Yuri.
Goles
0-1: minuto 6, Acorán.
1-1: minuto 83, Scepovic.
Árbitro: Arcediano Monescillo (Comité de Castilla-La Mancha). Expulsó a Yuri, en el minuto 54, por dar un codazo. Mostró tarjetas amarillas a Bernardo (45′), Mandi (68′), Lekic (80′), del Sporting, y a Yuri (25′), Alan Baró (40′), Javi Lara (50′), de la Ponferradina.
Incidencias: El Molinón. 18.353 espectadores. Tarde nublada. Se guardó un minuto de silencio en memoria del exconsejero Alejandro Fernández-Nespral y del exseleccionador Luis Aragonés.