Por Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
La avanzada edad del meritorio vencedor de la ronda española no resta ni un ápice a la salud del ciclismo mundial, que aprendió la lección de que aún se pueden romper muchos esquemas entre los grandes favoritos
Gustan mucho los agoreros de criticar y enjuiciar todo aquello que no se ajusta a ciertos canones, y la impresionante Vuelta a España 2013 que se sacó de la chistera el estadounidense Chris Horner (RadioShack) resultaba una ocasión pintiparada para cuestionar las cosas, sacarlas de contexto y soltar sandeces por doquier. Que si un ciclista con 42 años no puede o no debe ganar una grande porque resta valor al resto del pelotón, casi 10 años menor en su mayoría, que si no tiene pedigrí por sus pocos resultados anteriores, que si su estilo es antiestético sobre la bicicleta y muchas pamplinas más, aunque siempre con la variable de la edad como conexión. Pues en mi sincera opinión, que un ciclista que no estuviese dentro del circuito de los grandes favoritos de las grandes vueltas sea capaz de anotarse una ronda de tres semanas le confiere mucha más salud al deporte en sí, porque abre la esperanza a muchos ciclistas veteranos a no darse por rendidos y a alargar sus carreras, es decir, que el cachondo de Chris resultó un soplo de aire fresco en pleno más de septiembre y su hazaña seguro que redundará en varios contratos de más para aquellos ciclistas al borde de la retirada.
Los mismos agoreros también pueden cuestionar que el palmarés de la carrera espñola luciría más pomposo con el paso de los años con un ciclista de más renombre en lo alto, pero lo que es incuestionable es que la carretera dictó sentencia en que el más fuerte fue el atípico estadounidense, que lleva 19 años de profesional pero solamente la última década en la élite y además amenaza con intentar repetir su gesta el año que viene, ¡con dos cojones! No pretendo imponer mi opinión, porque no soy quien para ello ni más que nadie, aunque aquellos que osan valorar algunos logros y ponerlos en tela de juicio sí pueden creerse más que los demás. Suele ser una actitud de malos perdedores el no reconcoer al justo vencedor o por lo menos de infravalorar los méritos del rival que batió a sus ‘elegidos’. Ciertamente, no son un grupo definido, y no estoy hablando de los Valverdistas o de los acólitos del ‘Purito’, no, no es para ellos este dardo. Es para los que enjuician en caliente, sin pensarlo bien y quienes pueden juzgar que todo un veterano de casi 42 años no es digno vencedor de la Vuelta. Esta sociedad tiene tanto afán de criticarlo todo impunemente que esta actitud se convierte en doblemente triste cuando incluso si esta gesta la hubiese completado un ciclista renombrado, hubiese sido igualmente vilipendiado. Todo se juzga, todo se malinterpreta y todo se matiza de negativo, hasta lo más positivo, como en este caso
Pero guste o no, a todos los amantes a este deporte Horner (RadioShack) nos enseñó una valiosa lección. Su triunfo es netamente positivo para un deporte que deambulaba por la zozobra los últimos años y abre una nueva puerta para la mira con el que observar el ciclismo: con dedicación, sacrificio, humildad y profesionalidad un ciclista puede dar lo mejor de sí incluso pasados sus 34 años, que es la edad en la que hoy en día suele tacharse de viejo a los ciclistas. Hasta cierto punto, la lógica deportiva dictaba que si, por ejmplo, desde los 22 años un ciclista llevaba machacándose al más alto nivel profesional, el cansancio tanto físico como psíquico hacia mella en su rendimiento y que marcaba una cuesta abajo primero en su preparación y luego en sus resultados. Pues bien, el calvorotas de Chris demostró que no, que hay vida en al treintena larga, incluso en la cuarentena, a no ser que lo suyo sea la excepción que confirme la regla, Pero a lo que voy,¿quedó claro que me parece una supina bobada lo de que la Vuelta no se merecía un ganador tan longevo no?