El alicantino, que jugó de fábula en las semis ante Nadal, se adelantó en cada set pero hubo de ver como el balcánico le remontaba un 5-3 en contra en cada parcial del último Masters 1.000 del año
Por Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
En el deporte de elite o de alta competición también tiene su cuota de importancia las variables que puedan introducir los organizadores, como bien se pudo ver esta semana en el último Masters 1.000 del año, un torneo de París-Bercy que por estar enclavado en el final de temporada siempre ha tenido que luchar contra el desinterés de los mejores tenistas para cnetrarse en otros objetivos, pero si además, en aras de contentar a los grandes jugadores (quejosos de lo extenso de la temporada acabando ésta en noviembre y con solo el mes de diciembre para la pretemporada, pedían comprimir el calendario o por lo menos los últimos meses del mismo), la ATP decidió este año cargarse la semana de descanso que había cada año entre este Masters parisino y las finales de Londres, empalmando ambos torneos y provocando que muchos gallitos pudieran optar por ‘eliminarse’ pronto en París para acudir más frescos a la capital inglesa. El argentino Del Potro (5º) pudo ser un caso diáfano o que Nadal (1º) sucumbiese en semis tampoco hace descabellada tal opción. De todas formas, Bercy tuvo este año un ganador de postín, y si hubiese triunfado Ferrer (3º) incluso hubiese sido el bravo alicantino un ganador acorde a la categoría del evento.
Sorprendentemente, este fue el primer torneo en muchos meses que albergó en octavos de final a los 8 grandes cabezas de serie y a los próximos 8 Maestros londinenses. Y es más, por primera vez en muchos torneos, esos cruces de octavos contaban con todos y cada uno de los tenistas, que por ranking, estatus, juego y jerarquía, debían encontrarse allí, es decir, en las dos primeras rondas ganaron todos los buenos y por una vez apenas hubo sorpresas. Es decir, perfecto para los organizadores, que podían considerar haber hecho el pleno perfecto y únicamente alguna ausencia como Kohlschreiber (23º) ganando a Haas (12º), Verdasco (34º) cargándose a Gulbis (24º) en dos tie-breaks o el local Tsonga (9º) dando fe ante Nishikori (19º) de que este año no sería Maestro, chirriaron en la composición de los 16 mejores tenistas de la semana. A partir de ahí, llegaron los sustos para los grandes favoritos: mientras que Ferrer (3º) y Wawrinka (8º) apenas sudaron ante Simon (17º) y Almagro (13º) respectivamente, y que Gasquet (10º) y Federer (6º) fueron sendas apisonadoras, primero Del Potro (5º) ante el enrachado Dimitrov (23º) y después Djokovic (2º) ante el cañonero Isner (16º), perdieron el primer parcial pero supieron reaccionar a tiempo, mientras que Berdych (7º) con Raonic (11º) y Nadal (1º) con Janowicz (14º) acertaron en tirar de oficio para solventar sus choques.
En la siguiente ronda, en cuartos, Djokovic (2º) solventó por la vía rápida su compromiso contra Wawrinka (8º) y se sentó a descansar y a esperar como se mataban entre ellos sus dos posibles próximos rivales: Del Potro (5º) y Federer (6º) reeditaban la final de Basilea del domingo anterior y en esta ocasión el suizo ajustó mucho más su saque y fue más incisivo al resto, mientras que después Nadal (1º) se merendó a Gasquet (10º), y Ferrer (3º) remó lo indecible para remontar ante Berdych (7º). Los 4 mejores iban a citarse en dos semis del sábado bastante espaciadas en el tiempo entre sí y las grandes batallas que se esperaban se quedaron a medias: por que Djokovic (2º) dió con la tecla para remontar ante Federer (6º) a base mover al helvético por la cancha, mientras que Ferrer (3º) rozó la perfección para a la enésima ganarle a Nadal (1º) un pulso que le colcaba en disposición de defender su título del año pasado. Y ciertamente, en la final, que en una hora y 52 minutos supuso el tercer Masters 1.000 del año (y segundo seguido, tras el de Shanghai) por un doble 7-5 para el balcánico, se vió a un Ferrer (3º) que supo golpear primero y con un tenis cargado de tesón y picardía (primoroso el tanto de más de 30 golpes con el que rompió el saque del serbio mediado el primer set), tiró siempre del marcador y fue el dueño de la final; pero en los dos parciales el de Belgrado tiró de su don para buscar todas las cosquillas del tenis del rival y encontrándose un break abajo, con cuatro juegos del tirón que incluían dos breaks a favor, aprovechó en los finales de cada set los únicos 15 minutos en los que no era el dominado, hecho que denota el poderío de Djokovic (2º) que sin ser el mejor tenista de la final pudo ganar por segunda vez en su vida en Bercy.