Otro partido sin ganar en liga es lo que pueden sacar en claro los sevillistas tras el empate a uno frente al Deportivo hoy. El Sevilla ha tirado la liga tras sumar un punto de los últimos doce posibles. Con una final de Copa a la vista y metido de nuevo en semifinales de la UEFA Europa League parece osado criticar algo de la temporada del equipo de Emery, pero se puede y se debe. El Sevilla ha pasado de ganar 18 partidos consecutivos en el Ramón Sánchez Pizjuán, a perder dos y empatar uno en las tres últimas ocasiones, si a ello le sumamos que sigue sin ganar fuera y sin tener pinta de hacerlo pronto, nos encontramos con una realidad en la que parece que se va a quedar en tierra nadie con la séptima plaza, y todo con un equipo hecho para aspirar a Liga de Campeones. Pero lo realmente preocupante es el estado del equipo. Es cierto que el jueves se corrió mucho, pero hoy solo han jugado dos de aquellos once, y físicamente al conjunto da miedo verlo. Un Sevilla caracterizado por como llegaba como un tiro con Unai Emery al tramo final de liga en las últimas campañas, parece que se desinfla con el paso de los días y que acusa un mercado de invierno nefasto para la dirección deportiva. Este nuevo y mediocre equipo que deambula por la liga se encontró al Deportivo de la segunda vuelta, un equipo al que le cuesta un mundo ganar sus partidos y que se ha caído tras un gran comienzo. La primera parte de hecho fue para el Sevilla, que apretó y acorraló a los gallegos aprovechando por fin los centímetros de Llorente en punta. La lesión de Gameiro ha hecho que el riojano fuese de la partida acompañando a Iborra. Tal vez sea la primera vez en toda la temporada que se ha aprovechado que el espigado delantero estaba en el campo para jugar para él y para el levantino por bandas. Centro tras centro desde ambas bandas, destacando el papel de Konoplyanka por la izquierda, han ido a parar a las cabezas de ambos hasta que uno de Reyes desde la derecha le ha caído a Llorente, que con la cabeza ha asistido a Iborra para batir a Manu Fernández también de cabeza. La primera mitad fue un calco a las primeras partes de los rojiblancos durante ese tramo de temporada donde en Nervión no ganaba nadie. Presión muy adelantada del Sevilla y a mandar con un imperial Banega en sus labores haciendo al equipo no solo jugar por banda sino también combinar con Iborra y Llorente que se turnaban para bajar a recibir. El Deportivo no pudo realizar ni una sola jugada de cierto peligro en el primer acto, con balones largos a Lucas Pérez trató de coger la espalda a una defensa sevillista muy poco exigida, y atrás, sus centrales sufrieron de lo lindo con las dos torres que cazaban todo lo que les tiraban por alto. Fue un calvario del que el conjunto coruñés salió vivo gracias a la poca pegada de los locales que coleccionaron ocasiones sin demasiado premio.
Muy distinta fue la segunda mitad del encuentro, donde el Sevilla salió dormido, y Víctor cambió el sistema con la entrada de Cani a un 4-4-2, del inicial 5-3-2. Los gallegos salieron de la cueva y se echaron arriba, algo que cogió por sorpresa a un rival despistado y errático como si en el descanso se hubiese acabado el partido para ellos. No fue un acoso excesivo sobre la portería y el área de Sergio Rico pero pronto apareció el run run en la grada que conoce a su equipo a la perfección. Se venían nubarrones sobre la ventaja corta que disfrutaban los de Emery, para colmo, la acumulación de partidos y las lesiones han hecho que el vasco diese entrada a dos canteranos como Curro y Juan Muñoz que han pasado desapercibidos, no así las sustituciones que han sacado las vergüenzas de los hispalenses con las ausencias de Llorente e Iborra. Desapareció por completo la contención y se derrumbó el equipo en el centro del campo con Banega totalmente perdido en sus funciones. Oriol Riera que entró por el lesionado Luis Alberto fue el que ajustició a un rácano Sevilla. Entre Cristóforo y Banega perdieron la pelota de manera absurda y Lucas Pérez apareció para asistir a Riera completamente solo en el segundo palo. Fue en el 81 de partido y el empate volvió a despertar a los sevillanos que ya no dejaron que la pelota cruzase a su campo en lo que quedaba de tiempo. Encerró al Deportivo de nuevo y provocó un córner tras otro pero ya no había nadie para cabecear con claridad. Murió el partido con los intentos sevillistas y todo acabó en tablas para dos equipos que amenazan con llegar al final de liga sin jugarse nada, sobre todo los coruñeses. El Sevilla tendrá mucho que mejorar para afrontar los importantísimos objetivos que tiene en los próximos meses. Esperan una final de Copa del Rey y esperan una semifinales europeas.