Djokovic activa su modo más sublime ante un más de lo normal más errático Nadal y se anota en Londres su tercer entorchado como SuperMaestro del año en puertas de jugarse su segunda Copa Davis el fin de semana
Por Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
No fue la final esperada por todos, en cuanto a juego, sí que era la final esperada por todos, en cuanto a sus protagonistas. No fue una paliza, sí fue un partido muy controlado por uno de ellos. No fue una vibrante final, con un final apretado que lo hiciera emocionante, pero si fue la mejor final que podía darse entre los dos mejores tenistas del momento. Cierto es que Nadal (1º) no dió en ningún momento con la tecla en la final londinense de la Copa de Maestros 2013 y que se vió desarbolado en todo momento por el ciclón serbio, un Djokovic (2º) que ya parece tan pasmosa como abusiva su don para lograr dominar con tanta facilidad y cuando quiere a todos sus rivales. En la final del O2 Arena se vivió en todo momento, a lo largo de la hora y media con que el balcánico se llevó por 6-3 y 6-4 su tercer título como Gran Maestro del año, una neta superioridad del actual número uno del mundo, que eso sí, a lo largo del 2013 conoció en varias fases la sensación de no poder con Rafa, su bestia negra, y aunque en los últimos meses parece haber revertido esta dinámica, verá como el mallorquín acaba el año en lo más alto de la ATP. La final conoció en su primer parcial tres trienios, es decir, tres tacadas de tres juegos de golpe, con break y consolidación incluido que el español logró igualar con mucho mérito pero el serbio en un punto abismal con globo sumado a unos reflejos de gato en la red le dieron la ventaja suficiente para adelantarse en el marcador; tras la dosificación de fuerzas que toda la semana hizo el serbio, el segundo set parecía que podia ser el resurgir del balear, pero la infinidad de errores, la falta de golpes ganadores, las incomprensibles dobles faltas y la astucia del serbio, hicieron que Nadal (1º) se viera impotente en poder equipararse a Djokovic (2º), que con la ventaja lograda, se dedicó a administrar su saque, no dando ritmo a los golpes sueltos en los que Rafa pudiera reactivar su tenis.
El torneo en sí o la competición propiamente dicha empezó diferente a otros años, sin la semana de descanso que siempre había del Masters 1.000 de París-Bercy y para dar una jornada más de descanso a uno de los dos finalistas en la capital parisina, el primer día se intercaló un partido del grupo B entre los del grupo A. No fue suficiente para que Ferrer (3º) llegase con chispa a las orillas del Támesis y en su primer duelo Nadal (1º), que tampoco jugó nada bien, lo atenazó como siempre ha hecho y dejó bien claro que la debacle en semis a orillas del Sena de días antes fue solo un cálculo o ahorro de fuerzas. La gran sorpresa agradable de ese grupo A fue el suizo Wawrinka (8º), que sudó lo suyo para ganar el primer día al checo Berdych (7º) en tres sets, que el segundo día obligó a Rafa a estirar mucho los dos sets de juego y que el tercer día supo no desaprovechar el que Ferrer (3º) ya llegase eliminado. Como era de esperar, Nadal (1º) encabezaba el grupo con dos victorias y no dejaba lugar alguno a las sorpresas, asegurándose de paso acabar el año como el número uno mundial por tercer año en su carrera. Por contra, el denominado grupo de la muerte, el B supuso la resurrección para las rondas importantes del suizo Federer (6º) y la constatación de que el argentino Del Potro (5º) es un enorme tenista pero al que el físico debe acompañar para mostrarse más regular, a pesar del espléndido final de campaña que llevaba; el galo Gasquet (9º) le puso coraje en todos sus duelos frente a los tigres que le tocaron en suerte y solamente sacó a relucir su primoroso revés, mientras que el serbio Djokovic (2º) se dedicó en el Round Robin a trabajo de oficina, a pesar de ceder un set en cada partido, a plasmar su apabullante superioridad frente a leyendas como Roger e incluso frente hormas de su zapato como puede ser ‘Delpo’.
Y claro, queriendo la organización mantener una jornada para cada grupo, las semifinales se jugarían un domingo y extrañamaente en indoor la final en lunes; claro, imperativos comerciales mandan y tanto los tenistas como los aficionados a callar, a jugar unos y a disfrutar otros. El binomio poderoso del tenis actual veía en Suiza a su último obstáculo y la verdad que los helvéticos le pusieron ganas pero en semis tanto Novak como Rafa demostraron porque están a años luz d elos demás, y no solo en los casi 12.000 puntos que acumulan ambos con poco menos de 6.000 con los que cuenta el tercero de la ATP. En horario de tarde, Nadal (1º) ganaba a Federer (6º) por primera vez en una Copa de Maestros; el que en su día fue el mayor clásico del tenis mundial resulta hoy en día un duelo algo descafeinado, atractivo sí por lo que ambos fueron pero que con el mosntruoso nivel del mallorquín y con el bloqueo mental del de Basilea ante los cocos, se está quedando en consabido: destellos del suizo pero a piñon fijo, el balear se metía en su segunda final de este evento. La perfección en tenis lo cuadraba a la noche el balcánico Djokovic (2º) ante un Stanislas Wawrinka (8º) que le puso chispa al inicio pero que nunca se creyó que pudiera hacerle cosquillas al hasta hace poco número uno mundial. La final deseada por todos marcaría quien acabaría más eufórico el año y hasta en eso Nadal (1º) lleva las de ganar, porque aunque esta fase final de cada temporada indoor sea su fase del año ‘horribilis’ (por algo lleva sin ganar bajo techo un torneo más de 8 años, quizás por el desgaste al que se somete todo el año), las 14 finales jugadas en los 17 torneos disputados en todo el 2013 deja bien claro que el mejor tenista del año fue Rafa, por mucho que Novak acabase mejor la temporada.